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Publicado el 27 septiembre, 2024

Agustín Fuentes (Contempopránea): «La independencia y hacer lo que te da la gana le gusta a los patrocinadores»

Por Conejomanso
Agustín Fuentes (Contempopránea)- Mallorca Music Magazine
Agustín Fuentes

Agustín Fuentes es un pionero no de la música o de los festivales, sino en amar la música. En 1983 montó en Alburquerque (Badajoz) la primera emisora de radio independiente de Extremadura.

Durante los últimos años de los 80 y primeros de los 90 promovió conciertos con algunas de las bandas nacionales de La Movida. Y en 1996 definió e hizo nacer la personalidad única, entonces y aún hoy, del Festival Contempopránea.

Fue en el mismo Alburquerque, ciudad pacense de 5.000 habitantes. En el periodo 2014-16 experimentó con la expansión doblándose a la capital provincial de Badajoz, para decidir posteriormente volver a su esencia original: calidad para un número limitado de asistentes, sin intención exclusivista y por delante del ansia hiperexpansiva que en última instancia no genera sino carteles y programaciones casi clónicas o sencillamente desvirtuadas. En su cartel de 2024 han actuado Nada Surf, El Columpio Asesino, Sidonie, Surfin Bichos, Mercromina, Chucho, Los Punsetes, Sr Chinarro, Karavana, Melenas, Niña Polaca, La Paloma, Mujeres, Rocío Saiz o Jordana B.

Desde 2006 presenta el programa de radio «La merienda» en Canal Extremadura Radio. En 2020 cofunda el Festival Brisa en Málaga, este año con El Kanka, Mikel Izal, Lori Meyers, Kiko Veneno, Tabletom, Xoel López o Dorian. Este sábado formará parte del jurado en la Final del Concurso Pop Rock de Palma (Ses Voltes, Parc de la Mar, Palma, a partir de las 19 h).

He pinchado un montón de veces en el rebendito Fotomatón Bar de Madrid. Haberlo dicho antes: es condición inexcusable para pinchar en el Contempopránea [Fotomatón DJs cerraron la primera jornada del viernes en la última edición del festival].

[ríe] Es gente muy afín, casi desde los inicios. Yo también he pinchado mucho allí, y hemos montado un montón de fiestas del festival.

Veintiocho años de festival, siempre un escenario y siempre aforo limitado, unas 4.000 personas. ¿Ha costado evitar la tentación de no crecer?

Hicimos algo así en 2014, cuando mantuvimos la sede de Alburquerque y nos doblamos a Badajoz.

Y reculasteis.

Quisimos mantener nuestra esencia. Aunque en la segunda sede tuvimos bandas más grandes como Pet Shop Boys, al final el ayuntamiento nos obligó a volver e ir a Olivenza, un pueblo algo más grande. Funcionó bien pero no todo lo que habría sido necesario. Metimos 4.000 personas, pero mantenerlo era muy difícil. No hay tanto público indie en España. Siempre hemos sido como una congregación de fieles, incluso se nos ha tachado de secta o gueto simplemente por hacer lo que nos apasiona.

Dicho recientemente por un histórico de los festivales en este país: «Cada vez más programas no lo que quieres, sino lo que puedes».

Programo casi lo que quiero y casi lo que puedo. Pero hay muchísima competencia. Es brutal.

Y la costumbre ya habitual de cualquier banda de mediana-gran dimensión de cerrar su agenda con dos años de adelanto.

Eso es terrible. Tenemos ya totalmente cerrado el cartel de 2025, y ya estamos con el de 2026. Sobre todo con la parte de arriba del cartel, no tanto con la de abajo.

Programar a dos años vista. Habrá que cambiar la denominación: de programador a visionario.

El principal problema es también que pierdes al 100% la frescura que te da conectar con el tiempo actual. Es una guerra, agravada por el hecho de que hay mucha gente que se ha metido en esto porque tiene mucho dinero pero viene de otros sectores, no del musical. Sobre todo se ha perdido esa esencia de los apasionados, la de los que empezamos a montar festivales perdiendo dinero en las primeras ediciones. Que además tuvimos que luchar muchísimo con la cultura de entonces, que era la del «todo gratis». Fue muy complicado convencer a la gente de pagar una entrada.

Agustín Fuentes (Contempopránea)- Mallorca Music Magazine
Agustín Fuentes

Para quedarnos tranquilos, dinos que no es del todo cierta la frase hecha de que la edición del año siguiente de un festival empieza justo al día después de acabar la vigente. Dinos que te tomas unas semanas o unos meses de descanso y desconexión.

Mentiría si dijera que me lo permito. Y es lo que peor llevo. Cerrar números, liquidar facturas, y al mismo tiempo ya estar pensando en los números y el cartel del año siguiente. Te vas de vacaciones cuando tienes cerrada esa edición del año siguiente. En el Brisa soy codirector, lo cual es mucho más relajado. De hecho, ¡te puedo dar una primicia! No lo había contado nunca: el año pasado pensaba que iba a ser mi última edición. El festival iba a seguir, por supuesto, pero con 59 años ya he hecho mucho por la música, y ya toca parar o seguir otro ritmo.

Aparte de agendas de grupos, ¿es cierto o mito que en los años 90 y dosmiles todo funcionaba más despacio?

Sí. Era mucho más relajado. Las cosas, incluso un festival, hay que hacerlas con naturalidad y no con presión. Antes te llegaba una maqueta o un disco, lo escuchabas, y si te gustaba metías al grupo en el cartel tres meses antes del festival. Por eso antes los carteles eran muy frescos. ¿Cómo puedo saber qué bandas nuevas van a destacar el año que viene o dentro de dos? Por eso hoy los festivales son parques de atracciones y los carteles sin casi iguales. La parcela de riesgo es muy limitada.

Al hilo, una pregunta sencilla: ¿cómo se define y fortalece la personalidad de un festival en 1996, y cómo en 2024?

Una pregunta sencilla, sí. En 1996 lo tenía muy claro: yo era el típico menor de edad que descubrió a los Smiths, y aunque en los 80 ya había montado conciertos de algunos grupos de La Movida, fue tras ir al FIB de Benicàssim en 1995 cuando quise fundar el «festival alternativo de la música indie nacional». Eran términos que nunca se habían utilizado en este país. Hasta entonces todo era «rock», ni «pop», «indie» o «alternativo». Lo tenía clarísimo: quise montar un festival que fuera un reflejo de mis gusto musicales. Por ejemplo, hubo muchas bandas que sonaban en el programa de John Peel que meses después, o al año siguiente, tuvimos en el festival.

Y hoy, en 2024, sencillamente ya no funciona así.

No. Solo importa vender cuanto más miles de entradas mejor. En su momento tuve claro el concepto y el mensaje: actualidad contemporánea de la música joven. Ahora es todo mucho más complicado y la mayoría de festivales acaban en «Sound». Nadie arriesga ni en el diseño.

Otra sentencia de otra figura histórica del sector, poniendo como ejemplo la edición de 2025 de un festival: «No gastes en 2025 dinero de 2024 ni de 2026». ¿Eso es posible hoy día habida cuenta de la ingeniería fiscal que es casi obligado que sea un festival para poder sobrevivir?

Seguramente debería ser así, pero hoy día es muy difícil cumplirlo.

Si es norma no escrita que sin patrocinios la venta de entradas no alcance el 50% del coste total de un festival, ¿Agustín Fuentes a 2024 es más economista que amante de la música?

Es que te obligan a ir por ahí. La clave es tener un buen equipo que controle de ello. Si eres un festival modesto, sin fondos de inversión detrás, tienes que organizarte con patrocinadores, en nuestro caso siempre públicos, que tal vez ni siquiera tienes aún cerrados. Con el peligro real de que dos semanas antes te bajen la aportación un 50%. Y además, adelantar los cachés de los grupos grandes siete u ocho meses antes, que es lo habitual. El año pasado tuvimos 200.000€ de patrocinio público, y no nos movimos de ahí. El resultado es que a 2024 puedo decir que no le debo dinero a nadie.

Agustín Fuentes (Contempopránea) con La Bien Querida - Mallorca Music Magazine
Agustín Fuentes con La Bien Querida

En entrevista que diste en 2015: «La clave para sobrevivir está en saber adaptar el festival a estos nuevos tiempos. Es posible que tengamos que sacrificar algunas cosas en el futuro si queremos mantener la marca». En otra de 2023, en un año que se calificó «de transición» para vuestra cita: «Voy a hacer un festival que no está haciendo nadie […] No quiero un festival como todos o un mero cartel comercial». ¿Cómo y sobre todo por dónde van esos cambios, adaptaciones y transiciones?

Volviendo al origen. Porque ojo: en la primera de 2015 acabábamos de hacer el doblete, pero probablemente Extremadura no estaba preparada para asumir esa dimensión: poco transporte público, pocos hoteles, es difícil llegar hasta aquí… En 2023 ya estaba cansado de toda esa pelea comercial, y me dije: «¿Qué estás haciendo?». Por eso decidí volver a la esencia del festival, y por eso los dos últimos años hemos tenido carteles tan diferentes a lo que se hace en el resto de España. Porque es lo que nos apetecía.

Cada vez más me lo contestan en entrevistas, tanto artistas como responsables de festivales: «Ni somos realmente independientes ni queremos serlo, pero sí defendemos la autogestión en la medida de lo posible».

El paso de los años me ha hecho afianzarme en mi independencia. Empecé haciendo lo que me daba la gana, procurando hacerlo con calidad y de la mejor manera posible, con el resultado de que le gustaba a un buen número de gente para ser Extremadura, pero también que la noticia cerraba Telediarios, tenías un clipping de prensa de la hostia… Esa independencia y hacer lo que te de la gana le gusta a los patrocinadores. Es como el Festival de Cante de Las Minas: no atrae a miles de personas, pero tiene calidad indiscutible en el mundo del flamenco y es un referente. Para los patrocinadores eso tiene un retorno brutal.

Un aspecto muy jodidamente real: ¿qué tal es trabajar con las nuevas generaciones de mánagers, agencias, producción, gestores, etc? Con esa pandemia real, actual, de resabiados expertos en todo, de oídos opacos, bajísima tolerancia a la frustración, cada cual con uno de los cientos de másteres aka cursitos CCC en organización de eventos.

Me los he ido encontrando. Cuesta hablarles, explicarles cómo hicimos las cosas los pioneros, cuando no existían esas carreras o todas esas figuras que hoy se estudian, y menos mal, ojo. No abramos el melón de si todo tiempo pasado fue mejor, pero no suelen valorar lo que tienen.

Es que es un hecho: en los 90 no éramos tan soberbios, no hacíamos unos cuantos trabajos secundarios o terciarios en el mundillo, mal remunerados, y nos dábamos aires de súperprofesionales desde el minuto uno.

Yo tuve que empezar de cero y en un desierto.

Por darle una vuelta de tuerca a la ya típica cuestión de si existe una burbuja y una sobreinflacción de cachés en los festivales españoles: ¿el Contempopránea paga bien?

Sí, sí, sí, en serio. Si hay algo que nunca me ha gustado es el maltrato a los artistas. Es cierto que en el Contempopránea trabajamos con artistas que a menudo no tienen ni oficina, pero es que son los que nos encantan. Les damos de alta, un caché medio de 800, 900 o 1.000€, un hotel, y lo que es más importante: visibilidad y un slot (horario) que muchos otros más conocidos no tienen en otros festivales. Creo que los músicos se han aprovechado mucho más de mí que yo de ellos [ríe].

Yendo al Concurso Pop Rock de Palma: señor popero, ¿es usted capaz de valorar artistas de hip hop, trap o metal?

¡Claro que sí! Me gusta la calidad y soy capaz de verla. La veo por ejemplo en el flamenco aunque no sea el género que más me gusta. Yo vengo de ser heavy, de escuchar a Status Quo, Led Zeppelin, Jethro Tull o Camel hasta que descubrí a los Smiths.

Agustín Fuentes (Contempopránea) y amigos - Mallorca Music Magazine
Agustín Fuentes y amigos

¿La calidad en la canción y en la interpretación la calibras al 50%?

Lo primero en que me fijo es en si tiene canciones y melodías. Si ha sido fácil o difícil construirlas, independientemente de lo que veo en el escenario. Puedes tener un mal día. En general, no es difícil verlo.

Un truco para abarrotar de público las semifinales y final de un concurso musical local.

Siempre hay que tener un anzuelo. Podría ser tener un artista invitado de fuera que toque en medio o cerrando.

Aunque sobre el público, y sin querer volver al «antes todo era más bonito»: la gente de hoy día es muy poco curiosa. No se enriquece como antes, yendo conciertos porque sí.

Sí, en los 80 y 90 había mucha más curiosidad de serie.

Una curiosidad: ¿vienes a formar parte del jurado o a presidirlo? ¿Tu voto será uno más, o vinculante y decisivo?

Vengo a ser uno más. Con muchísimas ganas porque es un concurso histórico. Ya lo conocía cuando me contactaron. Me veo reflejado en él, yo que llevo treinta años con el festival y más en la música. Hace una labor brutal de dinamización cultural aunque vaya poca gente. Ha pasado por él gente que luego hemos tenido aquí, como La Granja o Maika Makovski.

¿No has visualizado una escena tipo «vamos a valorar a los grupos y a decidir quién merece ganar», y que se gire todo el jurado hacia ti?

Prefiero que haya democracia. Es lo que hago en el Contempopránea.

Y para acabar, otro truco: conseguir que se apunten muchísimas artistas, bandas y propuestas.

A veces los artistas tiene la sensación de que están muy solos. Escriben sus canciones, las suben a redes, y nadie les hace caso. La labor de concursos de este tipo es importantísima para que la gente que hace canciones y es creativa siga haciéndolo y siga siéndolo.

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Publicado por:

Víctor Manuel Conejo Manso - Mallorca Music Magazine

Periodista de Cultura desde 1997. Lo último, 18 años en Diario de Mallorca (también como diseñador editorial). Antes recuerda haber pululado por Cadena Ser/Radio Mallorca, IB3 TV/Ràdio, Mondo Sonoro Balears, Youthing o Radioaktivitat, más diversas promotoras, productoras, agencias de comunicación, centros de creación y gestión cultural, etc. Ingresos extra como DJ y liante.

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